La presencialidad siempre se había considerado un elemento vital para los festivales. La alfombra roja, los vestidos, las cámaras, sentarse en salas de cine, proyectar películas en las ciudades, abrazos, besos, lágrimas… Todo eso es parte de la experiencia de un festival de cine, pero la pandemia de Covid-19 lo ha impedido. Ante eso, los festivales se han visto en una disyuntiva, donde deben sobrevivir, pero lograr mantener su esencia.
¿Suspender o adaptarse?
Hay festivales de cine que, para mantener su tradición y esquemas, decidieron suspender ante la imposibilidad de desarrollarlos de forma presencial. Pero muchos otros tomaron la decisión de adaptarse: bien sea con un esquema de semipresencialidad y un público muy reducido, o directamente de una forma no presencial, relegando todo al ámbito online.
Esa decisión es muy difícil, pero mantener la vigencia de estos festivales es importante incluso en coyunturas complicadas. El cine, justamente en estas circunstancias, necesita apoyo y los festivales siguen siendo sus máximos exponentes. Ante eso, la adaptación resultó ser clave, pero aún así, los festivales están ante el reto de lograr obtener réditos económicos a partir de eso. Todo se trata de una planificación multidisciplinaria que requiere mucha atención.